Hugo Falcón Páez
Todos inocentes de vivir, pero nunca culpables de morir.
A un mes de tan fatal narración, la historia bíblica nos marca la conmemoración de un capítulo sangriento y criminal, nos referimos a la matanza del Día de los Santos Inocentes. En la etapa hagiográfica del cristianismo, se erige un vórtice violento más por la muerte de los niños menores de dos años de edad, nacidos todos en Judea. La orden fue por parte del rey Herodes I El Grande para que el niño Dios feneciera. La obra que masacró también a adultos tiene un dato sensible, ya que los escribas y Mateo 2.16 nos dice que fueron muertos “los niños de Belén y todos sus alrededores”, la cifra pudo ser mayor a sesenta, sin embargo no hay dato confiable. Ya que los padres pudieron haber muerto al defender u ocultar a las criaturas. La Iglesia Católica lleva a la memoria del mundo este acontecimiento en el Evangelio de Mateo, sin embargo, la adoración de los Magos a Jesús no tiene una fecha precisa en las escrituras. Un relato paralelo cuando el faraón de Egipto mandó a eliminar a los hijos varones de los hebreos, por el gran temor de que fuese despojado del trono. La analogía entre Moisés y Jesús yace en esta narración, que versa en Hispanoamérica y en España. Costumbres mediáticas que han caído en publicar noticias crueles, e información falsa, o expresar hechos infundados.
La tradición en el continente pierde toda dimensión, desde tiempos inmemorables hasta hoy. Que la sensibilización se ha descarapelado tal y como un barniz de inocencia, de verdad, de honestidad, de bondad. La profecía moderna se ha exaltado y se ha expuesto en el internet por sobre todas las cosas. Las bromas o chistes acerca de la muerte son parte de la cultura de la ignorancia. Como rezan la citas. “La ignorancia es una dicha” o “qué atrevida es la ignorancia”. La mofa de mucho tiempo atrás es con el festejo de mofarse con la popular frase: “Inocente palomita que te dejaste engañar, sabiendo que en este día nada se puede prestar”. O bien, “Inocente palomita te dejaste engañar, hoy por ser día 28 en nadie debes confiar”. Así va el camino del costumbrismo, adornando lo que se desconoce. Haciendo fiesta de actos heroicos, banales, misericordiosos, mortales.
Aquí hago un llamado a la NO A LA VIOLENCIA, SÍ A LA VIDA, este estado en el cual vivimos merece concentrar fuerzas para la benevolencia. Guerrero requiere una estrategia humana. Por ello subrayo, toda guerra, hasta incluso las internas, pueden vencerse con la visión humana. El desasosiego se esclarece con éxito como algo natural y limpio, algo que nosotros mismos demos a luz con una iluminación. Sabemos que sólo pocos humanos estaremos para ver lo que queremos, lograr ser magnánimos sin engaños y sin falacias, sin mentiras y sin trucos.
La estrategia es el arte de ganar la guerra, mirar hacia dónde vamos, mientras que la táctica estudia la forma de ganar batallas, lo que hacemos. Sentencia inspirada del libro “El Arte de la Guerra”, producto del general chino que vivió en el siglo VI a. de C. en el estado de Wu. Evidentemente, toda estrategia tiene como finalidad el triunfo, para ello hay que superar las adversidades y doblegar las voluntades que se nos oponen, incluyendo la nuestra. Los que son expertos en el arte de la guerra someten al enemigo sin combate, es decir, ahora el recurso más apropiado que se tiene, o se busca, es la máquina, o mejor aún, lo que de ésta resulte.
En términos generales la estrategia humana pretende aprovechar lo mejor posible de las herramientas de que se disponen, se le cataloga de buena si obtiene los logros previstos y si en ella hay economía de medios. Pero si cada día seguimos los objetivos que nos planteamos pueden ser ofensivos (avanzar), defensivos (sobrevivir) o bien para mantener la situación actual. Los principios estratégicos deben cimentarse en tres constantes de acción humana que se resumen en querer, poder y saber. Querer es un acto de voluntad, poder es un acto de libertad y saber es un acto de capacidad. Para definir cualquier estrategia se requiere elaborar antes un diagnóstico y que éste sea certero, el uso de los recursos en el tiempo y el espacio debe ser el adecuado, a fin de economizar esfuerzos. Por mientras, todos somos inocentes.
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