Como un poeta cívico, humano y dubitativo; un hombre complejo, inolvidable, vividor, bebedor, comedor, despilfarrador y un autor cuya obra no es muy accesible al lector, fue definido el poeta nicaragüense Rubén Darío durante una charla-homenaje realizada en ocasión del centenario de su fallecimiento.
En el evento, realizado en la XXXVII Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, participaron el poeta, crítico y editor Ernesto Lumbreras; el poeta, periodista y crítico literario Luis Miguel Aguilar y Julio Trujillo, director editorial de la Dirección General de Publicaciones de la Secretaría de Cultura.
La charla inició con la narración peculiar de cómo fue el primer acercamiento de Ernesto Lumbreras, Luis Miguel Aguilar y Julio Trujillo a la obra de Rubén Darío.
Luis Aguilar pormenorizó que se dio durante su niñez, cuando leyó los poemas “más populares” de Rubén Darío, como Los motivos del lobo, Margarita está linda la mar y Sonatina.
“Con los años aprendí que Rubén Darío es indivisible, no lo separo en el Darío del gusto de muchos y el que escribió poemas como la Epístola, que es una de las cosas más actuales y modernistas”.
Ernesto Lumbreras detalló que su contacto fue escénico y en la secundaria con el poema Los motivos del lobo, el cual el día de las madres tenía que recitar en un duelo con su hermano durante el festival de la declamación.
Julio Trujillo reveló que su acercamiento a la obra de Rubén Darío fue como niño declamador de Los motivos del lobo, “un poema muy narrativo y perfecto que entra de inmediato en contacto con el escucha”.
Otro aspecto abordado es el de las características de Rubén Darío, por lo cual Luis Aguilar dijo que fue un poeta rico y despilfarrador, inolvidable desde el primer contacto que se tiene con su obra “y se hizo popular a pesar de no ser un autor fácil y accesible al lector”.
Ernesto Lumbreras comentó que era un poeta cívico, humano, dubitativo, que también tuvo como tema recurrente el viaje “y un personaje a la deriva respecto a si era el protagonista o creador del Modernismo, pero consciente que era el autor de cosas profanas”.
Mientras que para Julio Trujillo se trató de un profesional de la escritura, vividor, bebedor, comedor, alguien torpe socialmente que siempre tuvo problemas económicos “y que de alguna manera rentó y vendió su pluma al mejor postor para poder sobrevivir”.
Finalmente, los escritores coincidieron sobre la trascendencia de la obra de Rubén Darío y de si los jóvenes todavía lo leen.
Luis Aguilar dijo que se trata de un escritor que irrumpió en la lengua española y lo cambió todo. “Además, sus poemas pueden verse como una escena cinematográfica donde aparecen personajes que son seguidos por la cámara”.
Mientras que para Ernesto Lumbreras es una leyenda, un hombre imponente que remite a la palabra Modernismo “y cuya gran aportación fue la crónica”.
Y para Julio Trujillo fue un poeta que conoció la celebridad en vida, tuvo recitales frente a multitudes y “un gran apropiador de estilos ajenos antes de cuajar en una voz propia, un escritor que imitó todo, lo rebasó y trascendió para renovar el idioma”.
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