Originario del estado de Chiapas, el escritor y periodista Marco Aurelio Carballo (Chiapas, 1942-Ciudad de México, 1 de agosto, 2015), ganador del Premio Nacional de Periodismo en 1997, reúne en su libro De Quijotes y Dulcineas más de 25 entrevistas realizadas para distintos diarios de circulación nacional, en las cuales se detalla la vida y obra de personalidades como José Luis Cuevas, Rafael Solana, Luis Spota, Rufino Tamayo, Lola Beltrán, María Félix, René Avilés, Juan Rulfo y Ruis, entre otros.
Economista por la Universidad Nacional Autónoma de México, Marco Aurelio Carballo se desempeñó durante varios años como reportero y colaborador de distintos medios escritos, como son La Prensa, Diario del Sur, El Heraldo de Chiapas y las revistas mensuales El Búho y Gente Sur.
Algunos de estos medios de comunicación fueron los encargados de difundir en su momento las entrevistas que reúne en esta ocasión la colección Periodismo Cultural de la Secretaría de Cultura en el libro De Quijotes y Dulcineas.
En esta vasta recopilación, el también autor de la obra Mujeriego (1996) plasmó no sólo su destreza para la narrativa, sino también la habilidad periodística con la que logró que sus entrevistados develaran aspectos psicológicos de sus personalidades, datos que hubiesen quedado ocultos de realizarse una entrevista común.
Y es que sus entrevistas, más allá de indagar sobre uno o varios temas, dibujaban ambientes, espacios físicos y detalles; a propósito, Víctor Manuel Camposeco escribe en el Prólogo: “Se recrea a veces con gran detalle, pero siempre con habilidad literaria, el espacio físico, el ambiente que rodea a los personajes, sus amistades, los dichos, los gestos, el ‘sonido ambiental’ y todo aquello que ayuda al lector a sentirse como testigo de aquellos diálogos.”
La experiencia mostrada de Marco Aurelio Carballo para realizar estas distintivas conversaciones fue lograda tras su destacado trabajo como periodista, mismo que lo llevó a desempeñarse como jefe de Información en unomásuno y en la revista Época. Además como colaborador del periódico Excélsior; diario que este 18 de marzo cumplirá 99 años de su fundación, llevó a cabo algunas de las entrevistas más importantes de su carrera, como son las realizadas a Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Jorge Ibargüengoitia.
Con Julio Cortázar (Bruselas, 1914-1984), escritor de la célebre novela Rayuela (1963) entabló una conversación que navegó entre su quehacer como novelista y su opinión sobre la influencia cultural y artística anglosajona, a la que Cortázar se mostró positivo pero escéptico. “Todas las herencias culturales son positivas en la medida en que no sea influencia del colonialismo. No podemos o no debemos renunciar a ninguna cultura”, a lo que agregó que “hay que distinguir entre la cultura dirigida y alienante de la que no es”.
En este contexto, en el que la política y la cultura se entrecruzan en un todo indescifrable, el diálogo entablado con el escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia (Guanajuato, 1928-1983) profundizó sobre el papel político que inevitablemente tienen los escritores y sobre la crítica que éste hacía de los ‘intelectuales’: “Los intelectuales se alinearon, no los alinearon […] Me parece grotesco alinearse. Me parece grotesca la actividad intelectual en ese sentido.
Las fuertes declaraciones de Ibargüengoitia acerca de la política mexicana contemplaron críticas a los partidos políticos de la época: al PRI, a Heberto Castillo, e incluso a los escritores, quienes, a decir del autor de la Ley de Herodes (1967), tarde o temprano, al estar insertos en una sociedad, deben presentar una fachada política y tomar partido.
Por otro lado y en una conversación improvisada, Marco Aurelio Carballo platicó con Gabriel García Márquez, acompañado de su hijo Rodrigo, quien por aquella época tenía 12 años de edad. Con dicha dinámica la entrevista no pudo dejar de lado la presencia del infante, quien en más de una ocasión robó la atención: “No voy a estudiar nada. Quiero ser carpintero, futbolista o mecánico. No, mecánico no. Tendría que estudiar un curso”, respondería Rodrigo al cuestionamiento de Carballo sobre su futuro y la educación.
Entrevistado en la Ciudad de México, las imágenes visuales de la conversación se enriquecieron con la peculiar crónica de Carballo, misma que incluyó a los cinco tacos de maciza que se comieron los entrevistados y el recorrido por el Metro de la ciudad y por el bosque de Chapultepec hasta la casa de Carlos Fuentes, quien se sumaría al encuentro.
Con este formato informal y con la premisa de hablar de “lo que salga sobre la marcha”, la entrevista con Gabriel García Márquez regala al lector la peculiar cotidianeidad y naturalidad de sus entrevistados.
A esta antología polivalente se suma el peculiar diálogo que el autor tuvo con el legendario Don Quijote de la Mancha, mismo que le otorga nombre al libro. “El trabajo sobre el Quijote, de naturaleza creativa, necesariamente es mucho más que un hipotético y sencillo diálogo con el personaje de novela: se hace crítica política, y muestra también situaciones y aspectos del periodismo desconocidos para el ciudadano de a pie”, declaró Camposeco para explicar el valor literario y periodístico logrado con el texto del Quijote.
Marco Aurelio Carballo escribe: “Tembloroso, esa madrugada de junio del 83, acomode la grabadora en mis manos y comprobé que la cinta magnetofónica estuviera en el arranque. Soplé el micrófono y la aguja se agitó de modo violento. ¿Cómo le llamaré?, me dije: ¿Señor Quijote? ¿Don Quijote? ¡Estaba perdiendo el tiempo en minucias!”.
El 1 de agosto de 2015, Marco Aurelio Carballo falleció en la Ciudad de México víctima del cáncer que padecía desde años atrás. En su producción literaria destacan las obras Polvos ardientes de la segunda calle (1990), Crónica de novela (1990) y Vida real del artista inútil (1999). Su libro De Quijotes y Dulcineas fue editado en 2011 como parte de la colección Periodismo Cultural y actualmente se encuentra disponible a través de la Red Nacional de Librerías Educal.a
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