Publican el libro La perfección del desastre, del fotógrafo Pedro Meyer





En la espiral del maelstrom está sucediendo un combate entre el dominio del todo y de lo individual. Captar la vorágine demanda nadar hasta su centro, y eso es lo que hace Pedro Meyer, un tritón con cámara lanzándose al centro de la Ciudad de México para zambullirse en esa ola gigantesca a la que da cauce en La perfección del desastre, editado por la Dirección General de Publicaciones de la Secretaría de Cultura en la colección Círculo de Arte.

Martín Solares recuerda en el prólogo, que Henri Cartier-Bresson dedicó su vida a captar ese “instante decisivo en el que todo se vuelve transparente”. Prescindiendo de la puesta a punto, del artificio de una escena o de una pose, el fotógrafo francés logró no sólo inmortalizar una pureza, sino que transformó la mirada de quien está detrás de una cámara.

En La perfección del desastre, Pedro Meyer ha superado ese instante, exigido por la intención, las formas y sobre todo el espacio que retrata. Como él mismo afirma, sería imposible buscar aquel momento en el Centro de la ciudad, donde ocurren por lo menos cinco mil simultáneamente.

“Para los fotógrafos que trabajan como cazadores en busca del momento perfecto, la foto es el pariente cercano del cuento, mientras que una exposición puede funcionar como una novela”, esclarece Martín Solares, observando las fotografías de Pedro Meyer en este libro, diríase que muchos géneros se abarcan en su serie.

Está la minificción que funciona como portada: una pareja besándose, o si observamos detenidamente ella es quien parece tomarlo por sorpresa y lo besa, abrazándolo sin soltar el teléfono celular que sostiene con fuerza. Un auto pasa, en segundo plano un hombre mira hacia la dirección contraria. El mundo marcha, ellos anulan ese fluir cotidiano, lo rompen para introducir la intimidad en un espacio indiferente al gesto.

Hay algo de los párrafos de la Tía Julia y el escribidor, de Mario Vargas Llosa, en las fotografías de Meyer, en específico aquellos en los que en cada línea se suceden distintos discursos, historias y voces. En la obra de Meyer equivaldría a romper la verticalidad y la horizontalidad de la mirada del observador. Como esa en la que varios militares custodian una estructura de metal que se vuelve una enloquecedora telaraña de tubos que están por encima de ellos y a los lados. Y puede ser al revés, que esa sea una jaula interminable que los encierra.

Presente está también el chiste, en la fotografía que anuncia un table dance con dos voluptuosas figuras femeninas, sin embargo, a la altura del cuello de una de ellas, se nota un corte, ello se debe a que se va reemplazando el rostro, dependiendo de la bailarina que esté esa temporada.

Movimiento sin fin, vociferación que casi alcanzamos a escuchar en el arremolinarse de la multitud frente a un trompo de tacos al pastor, a unos pasos estanterías improvisadas de libros recargadas contra la pared, invadiendo la acera, mochilas colgadas sobre ellas. Hay ropa colgada en ganchos que penden de un portón. Si en fotografía se habla de espacios positivos y negativos, el trabajo de Meyer demuestra que en el Centro de la Ciudad de México no existe. Es un desafío a las coordenadas espacio-tiempo, todo está en el mismo lugar al mismo tiempo, determinado por la urgencia, que es garra de consumir y la insaciabilidad del comercio, esa parece ser la carrera de la imagen.

El apetito es otra fuerza que mantiene encerrado al que visita el centro, aquí se subraya que comer no significa saciar un instinto, sino una forma más del vórtice, o una piedra más para completar La perfección del desastre. Toldos, sillas, mesas, anafres de fritangas, un hombre con el bocado mira desafiante a la cámara, porque se puede violentar todo y encajar a la mitad de una calle un comedor. Ollas, pilas de platos, la calle es de todos, así sin ley se come en cualquier esquina.

Un Batman luciendo su superhumanidad en el gesto de desplegar sus alas/capa, personajes de Toy Story posando en una esquina, un Santa Claus consumido, roído, mantiene la alegría en el saludo que capta la cámara, las distintas fotografías retratan un país de ficción, de historieta mal llevada, de tradiciones metidas con calzador, apretujadas en el centro de la que fuera una portentosa civilización.

Ninguna imagen es solamente lo que es, sin capitular está su primer estrato que forzosamente nos sumerge en otros niveles de lectura, donde comparte espacio la fascinación de lo imposible con lo perfecto de nuestro desastre. 

Pedro Meyer nació en 1935 en Madrid, España y emigró con su familia a México en 1937. A lo largo de su carrera ha documentado momentos históricos como el Movimiento Estudiantil de 1968, la guerrilla nicaragüense, el terremoto de la Ciudad de México en 1985. Fue fundador y presidente del Consejo Mexicano de Fotografía, y organizador de los tres primeros Coloquios Latinoamericanos de Fotografía. Es fundador, editor y director del reconocido sitio web ZoneZero, el cual alberga la obra de más de mil fotógrafos de todo el mundo y que recibe más de quinientas mil visitas al mes, haciendo de este, un muy importante referente en la red.

Ha dictado más de 100 conferencias y talleres sobre fotografía y las nuevas tecnologías, pues es un pionero de la imagen digital. En 1987 recibió la Beca Guggenheim, el Premio Internazionale di Cultura Citta di Anghiari, en 1985, el National Endowment for the Arts junto con Jonathan Green y la primera beca destinada a proyectos en red de la Fundación Rockefeller.

Su obra se ha presentado en más de 200 exposiciones en museos y galerías de todo el mundo y forma parte de colecciones permanentes en museos como: San Francisco Museum of Modern Art, Victoria and Albert Museum de Londres, Centre Georges Pompidou en París, el Centro Internacional de Fotografía (ICP) en Nueva York, Casa de las Américas en La Habana, Center for Creative Photography en Tucson Arizona, Centro, Studie e Archivo della Comunicazione del´Universitá de Parma. 

En 2008 realizó la primera retrospectiva a nivel mundial simultánea, el proyecto, tituladoHerejías, constó de más de 60 exhibiciones en 17 países alrededor del mundo, cada una distinta a las demás. En 2007 creó la Fundación Pedro Meyer, para contribuir a la reflexión, la interpretación y la investigación en relación con la imagen fotográfica en el marco de las nuevas tecnologías. En 2014 construyó el Foto Museo 4 Caminos, con fines educativos.

Pedro Meyer, La perfección del desastre. Prólogo, Martín Solares. Colección, Círculo de Arte. Dirección General de Publicaciones de la Secretaría de Cultura, México, 2015, 62 pp.

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