Valeri Gergiev y la Orquesta Mariinsky conquistan a mexicanos en el Palacio de Bellas Artes





En lo que fue su primera actuación en México, Valeri Gergiev dirigió con fuerza, destreza, energía y determinación, a la Orquesta del Teatro Mariinsky en el Palacio de Bellas Artes, quedando de manifiesto porque es considerado uno de los más importantes directores orquestales de Europa.

Una sonora ovación de pie, acompañada de expresiones como ¡Qué bárbaro!, y ¡Bravo! recibió por parte de los asistentes la orquesta más antigua y de mayor tradición en Rusia, al concluir su tercera presentación en el recinto de mármol, dedicada al compositor Sergéi Prokófiev, con motivo del 125 aniversario de su natalicio.

El director titular del ensamble desde 1988 hizo su aparición sobre el escenario, concentrado se dirigió a su puesto, estrechó la mano del primer violinista, se inclinó ante los músicos y colocó su mano en el corazón, para después sumergirse en la música de Prokófiev, a quien considera uno de sus héroes, y cuya obra constituye una parte importante del teatro y los carteles de los conciertos del Teatro Mariinsky en Rusia.

La tercera y última presentación en el Palacio de Bellas Artes de la orquesta fundada en el siglo XVIII durante el régimen de Catalina la Grande, inició con la ejecución de una obra ligera y optimista, la Sinfonía No. 1 en re mayor op. 25, Clásica, en sus movimientos allegro, larghetto,gavotta: non troppo allegro, y finale: molto vivace.

En ésta y las posteriores interpretaciones, el director galardonado con la Orden de la Amistad y la Orden de San Mesrob Mashtots, los premios más altos en Rusia y la República de Armenia, parecía dirigir más que con la batuta, con la mirada al no perder detalle de la ejecución de los instrumentos de cuerdas, viento y percusión.

La segunda pieza de Prokófiev que resonó fue la Sinfonía concertante para violonchelo y orquesta en mi menor, op. 125, donde el solista ruso Ivan Karizna, de tan sólo 24 años de edad, mostró su técnica, virtuosismo y calidad, destacando en los diferentes solos que ejecutó a lo largo de los cuatro movimientos que componen la pieza, lo que le reconoció la audiencia con fuertes aplausos.

La tercera y última obra que integró el programa fue la Sinfonía No. 5 en si bemol mayor op. 100, considerada por el propio Prokófiev como la mejor de sus obras, al manifestar la grandeza del espíritu humano.

Valeri Gergiev parecía manejar la orquesta a su voluntad, mientras que los músicos generaban los sonidos más suaves y ligeros, pasando de manera casi imperceptible a la fuerza y energía, sorprendiendo también por la sincronización de sus movimientos al tocar sus instrumentos.

Al terminar la última nota del movimiento allegro giocoso de la Sinfonía No. 5, el silencio se rompió con los sonoros aplausos que se prolongaron por varios minutos.

El público ovacionaba de pie, tras un ir y venir del director Valeri Gergiev, al artista ruso que en 2003 recibió el título honorario de artista del mundo por parte de la UNESCO, regresó al escenario para ofrecer dos encores: La obertura de La fuerza del destino, de Giuseppe Verdi, y El lago de los cisnes, de Chaikovski, dejando una grata experiencia en los asistentes que disfrutaron de más de dos horas de música.

La Orquesta del Teatro Mariinsky ofrecerá su cuarta y última presentación en México esta noche en el Auditorio Nacional, con la participación solista del pianista Sergei Redkin, a las 20:30 horas, bajo la batuta de Valeri Gergiev.

El programa estará integrado por las Danzas polovtsianas, de Aleksandr Borodín; el Concierto para piano y orquesta No. 1 en si bemol menor, op.23, de Piotr Ilich Chaikovski; El pájaro de fuego(versión corta), de Igor Stravinsky; y Obertura 1812, op. 49, también de Chaikovski.

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