Akira Kurosawa se definía a sí mismo como un antimilitarista, sin embargo tenía una fascinación por la guerra que fue llevada a su límite en Ran, comentó Flavio González Mello durante la tercera plática del programa Charlas sobre cine y literatura: Shakespeare 400 años que tuvo lugar en la Sala 4, Arcady Boytler, de la Cineteca Nacional.
Organizado por la Secretaría de Cultura, la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes, el British Council México y la Cineteca Nacional, este ciclo de charlas reúne a escritores y dramaturgos mexicanos para comentar adaptaciones al cine de la obra de Shakespeare. En esta ocasión el también cineasta analizó Ran (1985): la última película épica de Akira Kurosawa.
Ran (título cuya traducción en castellano sería “caos” o “rebelión”) es la historia del King Lear (1605) de William Shakespeare adaptada al Japón del siglo XVI. En ella el veterano adalid Hidetora Ichimonji al darse cuenta de su vejez decide abdicar su reino y repartirlo entre sus tres hijos, quienes caerán prontamente en la traición y la guerra fraternal por su sed de poder.
“Probablemente haya una identificación de Kurosawa con Lear (Hidetora en la película), pero creo que el acento está puesto en la guerra. En este sentido, Kurosawa, que viene de un país militarista, de un contexto social y familiar muy enclavado en eso, evidentemente dejó ahí una huella de lo que pasó en la década de los cuarenta”, aseguró el escritor.
El largometraje cuenta con elaboradas secuencias que ilustran gráficamente las secuelas de violencia brutal del acto bélico. Al igual que en el final de Los siete samuráis (Shichinin no samurai, 1954), el director japonés hizo evidente que la masacre y la victoria en el campo de batalla resultan fútiles y absurdas.
El guionista también destacó las impresionantes dimensiones de la producción, que incluía complicadas escenas de incendios y batallas con cientos de extras, elementos que en 1984 elevaban considerablemente el costo del rodaje. Mencionó que estas implicaciones podrían pasar desapercibidas ante un público joven por el abaratamiento de los retoques digitales que son práctica común en Hollywood desde Titanic (James Cameron, 1997).
Por su parte, José Antonio Valdés, subdirector de Información de la Cineteca, enfatizó en la iconografía religiosa y las referencias celestiales presentes en el filme, que indican una expectativa de los personajes por tener validación o ayuda divina. Como nunca hay respuesta de ninguna clase de dios, el mensaje de abandono nihilista reflejaba un comentario de pesimismo muy propio de la última etapa de Akira Kurosawa.
Ambos ponentes consideraron que tanto King Lear como Ran son grandes exponentes del arquetipo del bufón, ya que incluyen a un personaje que, al acompañar al rey en todo momento y burlarse de sus incongruencias con sinceridad disfrazada humorísticamente, comunica las críticas de los autores respecto a la guerra y el poder.
El ciclo Charlas sobre cine y literatura: Shakespeare 400 años continúa el lunes 25 de abril con la proyección de Hombres de respeto (Men of respect, William Reilly, 1990) en la Sala 4 a las 18:00 horas. Esta adaptación de Macbeth al mundo del hampa de Estados Unidos será comentada por la dramaturga Claudia Ríos.
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