La experiencia contemporánea es ampliamente visual, en una industria enfocada en la agudización y tecnologización de la mirada podemos decir que somos más ojos que ningún otro órgano del cuerpo.
El alma no se archiva, no acompaña ninguna imagen que intente modelarla, pero su naturaleza huidiza, esquiva, inacaparable, seduce el pensamiento y las manos que provocan el clic que la llama; de cierta manera la cámara fotográfica parece haber nacido con esta connaturalidad. El ojo se mueve detrás del lente, el dedo persigue al ojo, el ojo persigue lo que oculta lo aparente. Cuando esta persecución tiene como objeto el cuerpo humano, la imagen se vuelve pornográfica.
Sobre esta tesis Yunuen Díaz, elabora su ensayo Todo retrato es pornográfico, ganador del Premio Nacional de Ensayo Joven José Vasconcelos 2015, del Fondo Editorial Tierra Adentro, de la Secretaría de Cultura. “En este texto hago confluir dos narrativas, la del primatólogo Frans B.M. de Waal sobre el sexo y la sociedad de los chimpancés bonobos y mis reflexiones sobre la sexualidad de los homínidos retratada en la fotografía contemporánea”.
Desde luego, la percepción se construye culturalmente, mucho se dice que educamos al ojo como si precisáramos de una guía para ajustar el punto de vista y procesar lo observado, sin embargo, es así.
Por ejemplo, a pesar de que no hay un absoluto consenso para determinar qué es lo pornográfico, según algunos estudios la mirada puede identificarlo de inmediato. Definitivamente es la moral la que ha suscitado el espanto ante la palabra misma, pero hoy que la historia confluye en la imagen, que sin ella todo parece vacío, el término pornografía reaparece bajo una nueva luz, la de la fotografía en lo cotidiano, lo cual lleva a replantearse el concepto.
Si la fotografía en algún punto fue para la posteridad, en nuestros días es una “identidad superpixel”, porque toda imagen envejece excesivamente rápido cuando vivimos a la velocidad del cliqueo y porque todo debe ser visto. Dice Yunuen Díaz “nuestra experiencia contemporánea es ampliamente visual, en una industria enfocada en la agudización y tecnologización de la mirada podemos decir que somos más ojos que ningún otro órgano del cuerpo”.
Quienquiera que tenga un dispositivo en sus manos hace fotografía, retrata lo más íntimo, ¿cuál es entonces el camino que queda para el artista? se pregunta la autora de este ensayo, la respuesta que se despliega a lo largo de su trabajo, se apuntala en la tesis de que es la sexualidad y la psique del individuo contra la moral lo que despierta el interés en la estética contemporánea forjada tras el lente.
La morfología de este retrato pornográfico se resuelve desde distintas propuestas que van explorándose en este texto, el fotógrafo Larry Clark es el punto de partida con la serie Teenage lust (1983). El sexo que retrata es el de desaparecer, una desintegración de la realidad, que se opone al sistema económico al negarse a servir para un fin que es el principio capitalista, la reproducción. Los adolescentes retratados son marginales, usan drogas, tienen sexo grupal, “Todo lo que la sociedad niega y desdeña, todo lo que prohíbe”.
Extraer del sujeto retratado la personalidad es una de las razones de ser de este género, frente a él, el fotógrafo, en medio la incógnita que, de tener éxito, se resuelve en la imagen. “El retrato fija la exterioridad donde confluyen lo intrapsíquico y lo interpsíquico”, esto se ubica en la obra de Catherine Opie Autorretrato pervert, con la que la autora hace, desde su propia figura un manifiesto sadomasoquista, que altera la conservadora visión sobre lo femenino.
“Queremos saber qué hay en la imagen y tras ella, esa es la promesa de Omar Gámez”. La obra que gira en torno a quienes practican el bareback (personas que tienen relaciones sexuales sin usar condón), aborda el tabú que significa la práctica en sí, y el de la muerte. Los barebackniegan el estereotipo gay mercadotécnico, no son los que se suman al desfile, ni los que gastan enormes sumas de dinero en vestirse, es la cara de la homosexualidad que enfrenta el rechazo y cuyo único escudo es la intensidad sexual que sus rostros reflejan.
El fascinante tema del espejo encuentra también su espacio en este ensayo, a través de la obra de Joan Fontcuberta en la serie A través del espejo conformada por más de 3 mil fotografías expuestas en internet y que tienen como eje, fotografías tomadas frente al espejo. Un espejo, que no es reflejo, sino ilusión o reflectogramas, como las llama el autor ya que muestran la obsesión puntual de nuestros días, encontrarnos con nuestro reflejo y transmitirlo. “La conjugación del ello, el yo y el superyó en la imagen”.
Afirma Fontcuberta que toda fotografía tiene algo de ficción y algo de verdad, frente al espejo se resumen las dos instancias, como también da cuenta del juego de seducción que se lleva a cabo en internet, lo que preocupa es ser mirado y para ello han de construir mundos, ambientes, composiciones. Relatos, tendencias, ficciones, simbolismos, así es como se dice el retrato pornográfico.
Yunuen Díaz (Ciudad de México, 1982) poeta, ensayista y crítica de arte. Fue becaria del Focaem Jóvenes Creadores en 2013. Obtuvo el Premio de Literatura Joven Delfina Careaga 2014. Ha publicado los libros de ensayo: El pathos fotográfico, una clínica de la mirada en Omar Gámez (2014), y La feria de la carne: itinerarios subversivos del cuerpo en el arte contemporáneo (2012).
Yunuen Díaz, Todo retrato es pornográfico, Fondo Editorial Tierra Adentro/Conaculta, México, 2015, 129 pp.
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