BREVIARIO: Alfredo Nava Pérez
Sin duda alguna, los resultados de las encuestas realizadas de 2014 a la fecha, que muestran consistentemente como puntero a Andrés Manuel López Obrador rumbo a la elección presidencial del 2018; así como el crecimiento de MORENA, en cuanto al número de votos obtenidos, en la pasada elección de junio, han encendido las alarmas de los partidos políticos, en particular del PAN, PRI y PRD.
Muestra de ello, es el cambio de estrategia y discurso de Acción Nacional, quien durante los primeros tres años de la gestión de Enrique Peña Nieto, fue el partido más cercano al PRI y que ahora, ha tratado mediáticamente de marcar distancia con el partido en el poder. Pero, cómo poder creerles a los panistas este supuesto deslinde del Partido Revolucionario Institucional, si históricamente han sido sus aliados por antonomasia. Basta con recordar que fueron los panistas los que avalaron el fraude electoral de 1988; fueron ellos los que respaldaron la creación del FOBAPROA en 1990; y en este sexenio, han apoyado casi todas las reformas estructurales propuestas por la Presidencia de la República, derivadas del Pacto por México. Luego entonces, en los hechos, ¿dónde está esa distancia que plantean los anuncios televisivos del Presidente Nacional del PAN, Ricardo Anaya?
Es más, no nos vayamos tan lejos en la historia, en las últimas elecciones los panistas lanzaron e hicieron gobernador del estado de Veracruz, al ex priista Miguel Ángel Yunes Linares, personaje muy cercano en su momento a la maestra Elba Esther Gordillo; que desertó de ese instituto político en el año 2004 y se refugió en Acción Nacional desde el 2008; al cual se le imputan delitos graves, tales como: realizar operaciones con recursos de procedencia ilícita y enriquecimiento ilícito. Este es el partido que asegura acabará con la corrupción en México y promoverá una mayor transparencia en el ejercicio del poder. Ja, quizás por eso aprobaron junto con el PRI, las leyes del Sistema Nacional Anticorrupción, para tratar de reivindicarse ante una sociedad que cada vez les cree menos.
Pero más allá de todas estas incongruencias “blanquiazules”, lo preocupante en estos momentos para el electorado, son las líneas de acción que empiezan a dibujar los partidos políticos en aras de conservar y/o recuperar la Presidencia de la República. El PAN, después de lo rentable que resultó su alianza con el PRD, ha comenzado a coquetear nuevamente con la posibilidad de repetir dicha fórmula en 2018. De hecho, e irónicamente, el partido del sol azteca, a pesar de estar sumergido en una crisis profunda de identidad, principios, credibilidad, confianza; y de estar literalmente secuestrado por la corriente de los “chuchos”, es el partido que podría inclinar la balanza y determinar la victoria en las próximas elecciones presidenciales.
Acción Nacional, por sí solo, con todo y sus logros en los comicios del 5 de junio pasado, no tiene el suficiente capital político ni social para ganar una vez más la presidencia de México, De ahí la necesidad de formar una coalición con el PRD. De ser así, ¿cuál sería la plataforma política que le ofrecerían a los votantes?, si son dos partidos ideológicamente opuestos, disímbolos por donde se miren. Sería, como siempre ha sido en este país, una alianza con fines pragmáticos, para sumar votos, para ganar espacios, cotos de poder personal y de grupo; no para construir un verdadero programa de gobierno, que fortalezca el proyecto de nación que los mexicanos requieren.
Por otra parte, MORENA en los últimos dos años ha sabido capitalizar el descontento social, generando la fuerza necesaria para ganar en el 2018. Las mediciones de preferencias electorales así lo indican, pero tiene un punto débil, todavía carece de la estructura para garantizar que sea respetado el triunfo. Su gran reto es alcanzar a formar comités de participación ciudadana en las 65 mil secciones electorales a lo largo y ancho del territorio nacional, indispensables para promover el voto y proteger los resultados que se obtengan en las urnas.
En fin, la carrera presidencial tiene rato que comenzó, la decisión está en las manos de la izquierda y de los electores. Si el ego, los caprichos y rencillas de los “chuchos” con Andrés Manuel López Obrador se imponen, estaremos viendo en el futuro una alianza PAN-PRD; pero si tienen un lapsus de sensatez, humildad y respeto a los principios de su partido, se estaría consolidando una gran alianza de izquierdas, que represente una opción real de cambio para México.
P.D. Y del PRI, mejor ni hablamos, con Peña Nieto le basta y le sobra para seguir en caída libre.
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