Hugo Falcón Páez
Una gran civilización que brilló como una estrella.
En los anales se han publicado que el 13 de agosto del año cristiano de 1521, fue el más triste para los mexicas. Cuauhtémoc fue capturado por los invasores y llevado ante Hernán Cortés; los mexicas aceptaron que su dios guerrero Huitzilopochtli había sido derrotado por el dios de los extranjeros, dejaron de combatir y se rindieron ante los españoles. Hoy hace 495 años a través del Códice Durán y el Códice Florentino, podemos indicar que en el enfrentamiento entre tenochcas y tlatelolcas en 1473; la matanza liderada por Pedro de Alvarado en el Templo Mayor de México-Tenochtitlan durante la celebración de la fiesta de Tóxcatl; la confrontación de los mexicas, y el ejército de españoles y aliados; así cuando Moctezuma II recibe a Cortés y le hace obsequios a su arribo a la Cuenca. De ahí, los lleva a la Casa Real en México-Tenochtitlan; tenemos una riqueza cronológica. Pero todo se cierne con la derrota de los mexicas, que marca el inicio del periodo colonial. Pero el 13 de agosto de 1521 los españoles no obtuvieron el dominio del territorio del actual México, la conquista del Imperio mexica fue la primera de una larga serie de conquistas que abarcaron siglos. Algunos pueblos indígenas, como los yaquis de Sonora o los mayas de Quintana Roo, defendieron su independencia hasta el siglo XX.
Los mexicas se rindieron, entonces Cortés demandó el oro perdido durante La Noche Triste poco después. Cuauhtémoc fue tomado como rehén y posteriormente ejecutado, ahí, los mexicas huyeron de la ciudad ya que las fuerzas españolas continuaron los ataques incluso después de la rendición, masacrando a miles de habitantes y saqueando la ciudad. Dado que ésta no era una práctica habitual en las guerras europeas, esto hace suponer que los aliados indígenas de Cortés tenían más influencia sobre él de la que él mismo suponía. Los supervivientes abandonaron la ciudad en los siguientes tres días. Casi toda la nobleza estaba muerta, y los supervivientes restantes eran en su mayoría niños muy jóvenes. Se estima que 240,000 mexicas murieron durante el asedio, que duró ochenta días, por su parte Cortés cifra las muertes en 67,000 por combate y 50,000 por hambruna. En las fuerzas españolas, sobrevivieron 900 soldados, 80 caballos, 16 piezas de artillería y 13 bergantines. Es comúnmente aceptado que los aliados indígenas de Cortés, que podrían haber sumado hasta 200,000, fueron los principales responsables del éxito, aunque su ayuda pasó virtualmente inadvertida y, aparte de librarse de los mexicas, obtuvieron pocos beneficios. Dado que varios grupos grandes se contaban entre los aliados, ninguno en particular fue capaz de alzarse con el poder, algo de lo cual se benefició Cortés.
Lector, puede imaginarse la Gran Tenochtitlan, con habitantes que salvaguardaban de alguna manera el medio ambiente, rodeada por enormes lagos que depositaban un sorprendente equilibrio ecológico e hidráulico, a pesar de que uno de ellos, el Lago de Texcoco, era de agua salobre y los demás lo eran de agua dulce. Perfecta y simétricas obras hidráulicas se habían construido para controlar inundaciones, como la Albarrada de Netzahualcoyotl y los diques entre los lagos de Chalco-Xochimilco y de Xochimilco-México, que ingeniosamente regulaban el flujo y reflujo de las aguas y que decir del sorprendente Acueducto de Chapultepec que surtía de agua potable la gran ciudad y como no mencionar la red de canales y acequias que permitían una rápida transportación de personas y mercancías. Las chinampas, un original sistema de cultivos, inventado por ellos y que aún en la actualidad subsiste y produce las mejores flores y legumbres del país. No cabe duda que a pesar de no conocer la existencia de la rueda para medios de transporte, ni tampoco tener bestias de carga, la gran cultura mexica había conjuntado un extraordinario complejo productivo, ingeniosamente apoyado por las ciudades que desde tierra firme transportaban por rápida vía fluvial, sus muy variados productos a la isla de Tenochtitlan.
Sí, estamos sobre una civilización primigenia, la cual estalló y tuvo un fulgor estelar. Tanto, que en el presente yace fría entre nuestras manos. Como si esa luminiscencia estuviera muerta.
ALGUNOS DATOS ESTÁN RECABADOS POR FUENTES DEL INAH (INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA).
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