Falcotitlan : TENOCHTITLAN (TERCERA PARTE Y ÚLTIMA)



Hugo Falcón Páez



Nada termina. Sólo viaja por el tiempo, y nuevamente toma forma.


Pero antes de la batalla llegaron todavía más refuerzos, ante la extrema sorpresa de Hernán Cortés. Unos por casualidad y otros por ganas de botín o heroísmo, se fueron uniendo al líder desde uno u otro lado. El gobernador de Jamaica envió 3 barcos que al ser rechazados por los nativos pasaron al control de Hernán, y al poco tiempo, otros tres barcos llenos de voluntarios llegaron desde La Española, así formando un número total aproximado de 600 españoles y 10,000 tlaxcaltecas, pero habría que sumar también a los otros pueblos indígenas que se unieron, que llegarían a unos mil entre todos, aunque algunas fuentes se contradicen. Recordemos que Tenochtitlan disponía de una población de 300,000, de los que salía un ejército de 150,000, excluyendo mujeres y niños, aunque no todas. El 10 de mayo de 1521 se lanzó el primer ataque español a la capital del Imperio Azteca después de que Cuauhtémoc rechazara las propuestas de paz españolas. Cortés lo hizo en tres frentes comandados, cómo no, por sus colegas Alvarado, Sandoval y Olid, todos ellos fantásticos combatientes con honores. Cortés se hizo cargo de la cuarta fila y de los barcos.

A partir de aquí Hernán hizo lo siguiente. Cortar el suministro de agua a los aztecas bloqueando la presa del cerro de Chapultepec; Obstruir los terraplenes para avanzar por ellos hacia la ciudad; Colocar bergantines en el lago para protegerse de las canoas aztecas; Casi todos los arcabuces colocados en los barcos para estar defendidos mientras disparaban; Amarrar lo antes posible y sorprender, con toda la tropa de los barcos, a los aztecas por los flancos y retaguardia.

Sin embargo, parecía que esto ya lo habían previsto los aztecas pues todas las brechas y trincheras construidas estaban acompañadas de muros de piedra adicionales, de manera que hubieran huecos en la tierra acompañados de murallas de piedra, así doblando la altitud total del obstáculo, obligando a los españoles a ir flanqueando los muros, liberando la zona, y rehabilitando los fosos para poder colocar la artillería, y así poder destruir la muralla improvisada. De esta manera, cañonazo tras cañonazo, los hombres de Cortés derribaron la última muralla, que daba paso a la vista panorámica de la Gran Plaza de Tenochtitlan, plaza que ocuparon.

A todo esto los aztecas habían capturado a 62 conquistadores, en una hábil maniobra de contraataque, pero los españoles avanzaron sin cesar de manera que en agosto, ya las defensas de la ciudad escaseaban, y lo único rebelde que quedaba era la posición montañera defendida por el propio Cuauhtémoc y sus hombres, que cayeron el 12 de agosto de 1521, rindiéndose y siendo alabados por los españoles por su bravura y coraje. Aunque sí es verdad que los españoles destruyeron muchos edificios importantes y mataron sin dudar a todos los que se cruzaron en su camino hasta la rendición de Cuauhtémoc, según el reportaje de Tenochtitlan, 1520-1521 del libro 50 Batallas que cambiaron el Mundo (Editorial Historia Inédita), fueron los tlaxcaltecas los que, en un acto de venganza y rencor, acabaron con la vida de 150,000 aztecas, de entre los que no distinguieron hombres de mujeres o niños. De hecho el propio Cortés los definió así: “Nunca he visto una raza tan despiadada ni a seres humanos tan inmisericordes”.

Recordemos el dicho que reza así, “los vencedores son quienes escriben la historia”. Por lo tanto, especular sobre las líneas que se redactan, es sano, e incluso, verdadero. Frente a toda circunstancia omitida, separada, oculta, secreta, destruida o eliminada. El imperio del silencio yace aquí, en nuestra sangre, como en cada rincón del mundo nos revela una esclavitud milenaria. Si hubo un día luminoso, fue cuando la libertad se postró sobre un nopal con cinco pencas, y devoraba una serpiente, esa entidad mitológica dio la visión cosmogónica desde Aztlán. Un hecho es, que el vuelo del águila es el vuelo de la mente.


ALGUNOS DATOS ESTÁN RECABADOS POR FUENTES DEL INAH (INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA).

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