Al recibir la Medalla Bellas Artes, la coreógrafa y bailarina Isabel Beteta agradeció tal distinción, pues aseguró que “la danza es una manera de vivir, es mi vida”, así como el medio que le ha permitido conocerse más profundamente.
Luego de presentar el espectáculo Visiones del tiempo con su compañía Nemian Danza Escénica, que interpretó La caída, coreografía de Isabel Beteta inspirada en el Lago de los Cisnes y Tiempo largo de Rosario Verea que es un estudio de percepción de cómo pasa el tiempo, se le entregó del galardón.
Sergio Ramírez Cárdenas, subdirector General de Bellas Artes, fue el encargado de entregar la presea a nombre de la Secretaría de Cultura y del Instituto Nacional de Bellas Artes, un reconocimiento que, dijo, “mereces desde hace tiempo”, por tu trayectoria y tus aportaciones a la danza.
En el escenario del Teatro de la Danza, del Centro Cultural del Bosque, aseguró que Isabel Beteta es un ser en constante renovación, siempre buscando ofrecer “propuestas basadas en la creación de imágenes poéticas y valores simbólicos, que enriquecen el movimiento y la composición. Te distingue el talento, la originalidad, la constancia y el espíritu de cooperación”.
Señaló que la pasión y maestría que Isabel Beteta le imprime a su danza, aunado a su sólido bagaje cultural, la ha llevado a renovar y conservar lo mejor de la tradición dancística y que entre su haber se encuentran piezas como Deseo, La caída, El jardín de las delicias oTentaciones.
Ahora, dijo, la coreógrafa y bailarina que es directora y fundadora del Centro Cultural Los Talleres y de la compañía Nemian Danza Escénica, tiene un estilo propio que la identifica y ha sido capaz de aportar diferentes visiones, técnicas y temas que han enaltecido la danza mexicana.
Por su parte, Isabel Beteta indicó que “es un gran honor recibir la distinción, un reconocimiento que no sólo es para mí, sino también para la gente de danza, en especial, la contemporánea”.
Afirmó que la danza es un acto social, es compartir una vivencia, una experiencia, crear comunidad, es un ritual y la forma que elegí para mi vida es la danza contemporánea, esta danza convierte al escenario en un espacio sagrado donde todo se vuelve comunidad y uno ofrece lo mejor de sí.
Además, comentó que el lenguaje del cuerpo es el más genuino y universal, “es el lenguaje del alma que está en la danza, de eso que no se puede poner en palabras” y es el lenguaje más completo de lo que somos como seres humanos.
Isabel Beteta también aprovechó para agradecer a todos los que la han acompañado en el camino de este viaje corporal, como su madre, sus bailarines de la compañía Nemian, aquellos que están tras bambalinas y a sus grandes maestros, entre éstos Guillermo Maldonado y Margarita Contreras.
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