El Museo de Arte de Dallas, en colaboración con la Secretaría de Cultura de México, inaugurará en marzo la muestra México 1900–1950: Diego Rivera, Frida Kahlo, José Clemente Orozco y las vanguardias, una de las retrospectivas de arte mexicano más importante de los últimos años, que incluye más de 200 obras entre pintura, escultura, fotografía, dibujo y documentos cinematográficos que reflejan el renacimiento artístico mexicano durante la primera mitad del siglo XX.
Curada por Agustín Arteaga cuando aún era titular del Museo Nacional de Arte –actualmente es The Eugene McDermott Director del Museo de Arte de Dallas–, la exposición presenta un vasto panorama de la modernidad mexicana, que va del inicio de la Revolución hasta los años sesenta, complementado por piezas de artistas contemporáneos.
El arte de México en el siglo XX estuvo estrechamente ligado a las vanguardias internacionales. No obstante, ofreció una singularidad increíble y un poder que desafió a la mirada europea.
En la primera sección de la muestra, que se exhibirá del 12 de marzo al 16 de julio de 2017 en formato bilingüe (inglés-español) tras el gran éxito obtenido en el Grand Palais de París, el público descubrirá cómo la modernidad mexicana se inspiró en la imaginación colectiva y en las tradiciones del siglo XIX.
Esta relación evidente entre el arte académico, desarrollado después de la restauración de la República en 1867, se prolongó en los preceptos ideológicos de la Escuela Mexicana de Pintura y Escultura, guiada por José Vasconcelos a partir de 1921.
Las corrientes internacionales llegaron a contrarrestar este anclaje en la tradición. A la vuelta del siglo XX, el simbolismo y el decadentismo encontraron en México expresiones fascinantes comoLa mujer y el pelele (1909), la famosa pintura de Ángel Zárraga.
Poco a poco se reafirmaron las experimentaciones estéticas de artistas mexicanos en contacto con la vanguardia parisina, durante los primeros decenios del siglo pasado. Entre estos creadores sobresalió la presencia de Rivera en la ciudad luz.
La segunda parte de la exposición se enfoca en la Revolución (1910-1921) como un conflicto armado que implicó la planificación de un nuevo proyecto nacional. La creación artística de los años que sucedieron a la Revolución tomó un carácter ideológico y se apoyó en medios como el muralismo y el grafismo.
La muestra acentúa la obra de los tres grandes del muralismo mexicano: Rivera, Orozco y David Alfaro Siqueiros. Esta revolución masculina que abrió el camino a diversas oportunidades permitió a las mujeres participar en el esfuerzo económico y las alentó a hacerse un lugar en la escena artística, como pintoras o mecenas.
Tal es el caso de Frida Kahlo, que remite al bosque de personalidades extraordinarias como Nahui Ollin, Rosa Rolanda, Tina Modotti y Lola Álvarez Bravo.
Paralelamente a la Escuela Mexicana de Pintura y Escultura, los años veinte y treinta también fueron marcados por la llegada de diversos planteamientos experimentales. El triunfo del muralismo y del arte nacionalista eclipsó los movimientos vanguardistas y reivindicó el derecho de participar en la escena artística internacional, independientemente del paradigma revolucionario.
El tercer apartado de la exhibición permitirá descubrir toda una selección de artistas y piezas presentadas como opciones a los discursos ideológicos de la época, como las máscaras alucinantes de Germán Cueto, los retratos enigmáticos de Roberto Montenegro y las abstracciones de Gerardo Murillo Dr. Atl, Marius de Zayas y Rufino Tamayo.
Finalmente, el cuarto núcleo, titulado Encuentro de dos mundos: Hibridación, manifiesta cómo, desde comienzos del siglo XX, la presencia de creadores mexicanos en Estados Unidos, como De Zayas, Miguel Covarrubias y, sobre todo, los grandes muralistas, jugó un papel decisivo para los movimientos de vanguardia en ciudades como Nueva York, Detroit o Los Ángeles.
De igual forma, gracias a la fama adquirida por los artistas mexicanos en el extranjero durante los primeros decenios del siglo XX, varios creadores foráneos decidieron trasladar su actividad a México y, en colaboración con los locales, lograron desarrollar una escena particularmente rica, en especial alrededor del surrealismo, con exponentes como Carlos Mérida, José Horna, Leonora Carrington y Alice Rahon.
La exposición cierra la crónica de estos intercambios con la llegada de Mathias Goeritz a México en 1949. Su vitalidad es patente en piezas de importantes artistas de la escena actual, como en los frottages de Gabriel Orozco tomados en el metro parisino.
Como parte de la exposición, se editará un catálogo ilustrado bilingüe, coordinado por el Museo de Arte de Dallas y la Secretaría de Cultura.
México 1900–1950: Diego Rivera, Frida Kahlo, José Clemente Orozco y las vanguardias ha sido organizada por el Museo de Arte de Dallas y la Secretaría de Cultura, el Instituto Nacional de Bellas Artes y el Museo Nacional de Arte de México, y surgió como resultado del intercambio cultural entre Francia y México.
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