Hugo Falcón Páez
La corrupción los apresará. Sus actos los harán olvidar.
Votar por AMLO, fue un fenómeno que impactó al país y a Latinoamérica. Esta trama no había sido vivida, pero era esperada porque fue diseñada de origen por quienes escriben la historia. Hay algunas semejanzas a unos meses que tome protesta el Presidente electo Andrés Manuel López Obrador, con lo que empezaría a ocurrir en esa Navidad de 1988. Me refiero, al activarse en el ámbito político y social, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional antes del proceso electoral 2018; recientemente Banxico hace circular un billete de 500 pesos con la efigie de Benito Juárez, y próximamente la creación de una serie nueva, así como el billete de 2 mil pesos en un futuro inmediato; otro reflejo en el agua fue soltar a Elba Esther Gordillo para revitalizar pactos arcaicos, así como el madruguete a Canadá para cerrar el TLCAN con Donald Trump, una negociación con el gobierno saliente y entrante. La política da vueltas.
En Acapulco se ha tornado una comedia política, un drama social y una tragedia económica a unos días que concluya su mandato el primer edil, Jesús Evodio Velázquez Aguirre. Para el protagonista y los personajes que integran su gabinete, suponemos que circunstancialmente, la administración sufrió malversaciones, fraude y anomalías. En algún momento los culpables van a emerger por enriquecimiento ilícito, compra y venta de plazas en el rubro sindical, nepotismo y lo que se acumule. Lo intranquilo para la ciudadanía es la cantidad de puntos negros que hay en el área urbana, así como la alerta sanitaria y las multas que impuso la Secretaría de Salud Guerrero por cientos de miles pesos. Aunado al olvido de los servicios básicos en las comunidades, las obras inconclusas de alto presupuesto, las calles y avenidas sin alumbramiento, asfalto destruido, sin alcantarillas, con inundaciones de aguas negras por el azolve de los canales pluviales, los programas sociales para uso personal, salarios no depositados a las cuentas de diversos empleados, el conflicto para pagar aguinaldos, los contratos no respetados a proveedores a quienes en conjunto se les deben millones de pesos, y así una larga lista.
La confrontación contra el gobierno estatal lo degrada más, incluso, militantes del PRD lamentan tales eventos. Lo más doloso para los acapulqueños es que de las 16 plantas tratadoras de agua potable que hay en el puerto, sólo funciona una y con una capacidad al 20 por ciento. Otra penuria son las certificaciones ISO-9001 o el galardón Blue Flag, siendo que éstas dos últimas son estrictas en sus criterios y protocolos para obtener calificación aprobatoria. Con sólo el sentido común, podemos entender que no es cierta tal valía para nuestra ciudad, por ello, se debe investigar si hubo cohecho. La confianza y empatía de los funcionarios públicos está desacreditada, sin duda, el reclamo de los acapulqueños se empoderará en una exhausta revisión con la ley. Sería lo más sano para todos, y dejaría un antecedente preciso en estas tierras sureñas.
Creo que, como cualquier individuo, se requiere lo básico para tener con garantes una vida digna, un hogar, familia, trabajo, educación, seguridad, salud, entre otros segmentos. Y aquí no es así. Por lo tanto, quien respalde esta infamia es sumamente mediocre, o es partícipe de manera directa o indirecta. Aquí el foco de atención es interesante, porque se pudiera replicar un micro caso como el de Javier Duarte, ex gobernador de Veracruz. Esa nota es conocida y ejemplificó a la política del país, como uno de los grandes actos de latrocinio. En Acapulco, la gran diferencia estribará en las auditorías, las demandas, la entrega de pruebas, un inédito proceso jurisprudencial, y la voluntad de la presidenta municipal electa Adela Román Ocampo. Pero sobre todo, el poder de nuestro Presidente electo Andrés Manuel López Obrador. ¿Por qué? Por ser el estandarte de su discurso y reto, la corrupción. Por eso voté X AMLO. Simple.
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