Tradicional vs digital.
Cada individuo, forzosamente debe tener un correo electrónico, una cuenta y su respectiva contraseña. La premisa digital para comunicarnos hace poco más de una década. Hoy todo es social media, como en el slang o caló es conocido este término: redes sociales. Una monstruosa industria que se alimenta de seres humanos, de su privacidad, de la secrecía de naciones y el poder es de unos cuantos. ¿Es válido? ¿No es como viven los esclavos? Martirizados con la maquinaria de la información de cualquier índole, cualesquiera figuras de la retórica es deformada en el lenguaje. El mundo yace a los pies de quienes crearon esta moderna Hidra. El portento en Facebook, Twitter o WhatsApp. Por mencionar algunas herramientas, en que lo multimedia se vuelve desde lo ostentoso a lo vil, desde lo humillante a lo netamente útil. ¿Quién no ha salvado vidas con los tutoriales de primeros auxilios? ¿Quiénes no han visto la calumnia, las marchas o los linchamientos? ¿Quién no ha observado un bello paisaje y escuchado una hermosa melodía? YouTube, Spotify, Linkedln o Instagram.
Las marcas y empresas que fabricaban noticias, una que otra se abocaba a ofrecer hechos en la radio, televisión o impresos, han evolucionado o revolucionado. Pero muchas han quedado económicamente pobres, con números rojos, e incluso, un desempleo masivo. La idea llegó y algunos aficionados o apasionados del tema periodístico, con un smartphone con tecnología 2G, transmitían una entrevista o reportaje chapucero. Eran “jornalistas” hechizos que deseaban un oficio o un trabajo, ganar dinero formalmente, y se autonombraban comunicólogos, asesores de medios de comunicación masivos, empresarios de los medios electrónicos, daban vida a una faceta de extorsionadores para la vida política, social y del entretenimiento, así como del deporte, el arte y la nota roja.
Se armaron como una tropa. Unos, tal cual vivales, buscaron sellos en el mundo de la mercadotecnia y publicidad, colgándose de intereses muy personales de algunos gobernantes, funcionarios y burócratas. Otros, con su paupérrimo conocimiento de lo que es la comunicación, iniciaron una carrera académica y concluyeron, algunos cercenaron ese sueño. Las universidades reclutaron miles de jóvenes, para venderles una joya que nunca iban a lucir. No hay vacantes.
Sin duda alguna, esto del periodismo es una amalgama, desde la habilidad para redactar y aprender nombres, lugares, saber las reglas de ortografía, editar impresos y digitales, incluso tener otra carrera profesional. Pero sobre todo la voluntad, la experiencia de la creatividad. Con ética, aunque suene trillado. Creo que hoy, aparte de las redes sociales. Cada persona debe tener una página web, no un blog. Un portal que detalle lo que garantice el entendimiento y contenido de cada individuo. ¿Quiénes somos? ¿Qué queremos expresar? Internautas de la vieja escuela, generaciones que cruzan datos e historia. Sólo eso.
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