Hugo Alberto Falcón Páez
Fraternizar, mañana la tolerancia nos hará felices.
Siempre he dicho que antes de ser felices, tenemos que fraternizar. Es el ser o no ser, porque vivimos solos y acompañados. Con ello podemos salvar vidas, sí. Hermanados, así nos conocemos y podemos tener un buen humor o un mal humor, y al final del día sabemos respetar las diferencias. Eso lo pienso, es lo que necesitamos aprender y dar a conocer en los hogares y en las escuelas. La tolerancia y la resiliencia, se basan en las capacidades, en el sentido de lo que nos hemos vuelto, cómo amamos, comemos, bebemos, caminamos, jugamos, trabajamos, aprendemos, sabemos, padecemos, vivimos y morimos. El mundo es plano y lo que le da luz es entender que somos lo mismo.
La ONU lanzó una triada argumental: “La tolerancia, ni indulgencia ni indiferencia: respeto”. Se han comprometido a fortalecer la tolerancia, porque hoy aparte de celebrar el Día Internacional de la Tolerancia, es relevante y vital que es la base en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Carta de las Naciones Unidas. Estamos persistiendo una época encarnizada, extremista y radicalista, la violencia aumenta y los conflictos emocionales y sentimentales, así como los pensantes e intelectuales destruyen el espíritu.
Hay un galardón que se otorga cada dos años con un premio de 100,000 dólares, establecido en 1995, es el Premio UNESCO-Madanjeet Singh de Fomento de la Tolerancia y la No violencia. Esto, con motivo del 125 aniversario de Mahatma Gandhi. Reconoce el trabajo de los ciudadanos, instituciones no gubernamentales y otros, que realizan aportaciones extraordinarias y lideran la difusión y promoción de la tolerancia y la no violencia.
Es un deber moral, pero también político y legal para los individuos, los grupos y estados. La diversidad nos ha llevado a puntos de ebullición, veamos qué sucede en Bolivia, Chile, Venezuela, Argentina, Brasil y México. Somos un caldo de cultivo mixto que no tiene la formación adecuada. La libertad es un crimen, la ignorancia es la herramienta, la mediocridad es la plataforma, la delincuencia el protocolo y así nos vamos desprotegiendo, a merced de monstruos que nos comen.
Tenemos que planear, diseñar, ejecutar un plan en contra de la discriminación, la violencia, la injusticia, y la marginalización. Educar amables lectores es la pieza en la maquinaria, y necesitamos desarrollar una ética y actitud complementaria al respeto, hacia las religiones, etnias, culturas, credos y lenguas.
A continuación obsequio la aportación de la Organización de las Naciones Unidas.
¿Cómo luchar contra la intolerancia? 1. Luchar contra la intolerancia exige un marco legal. Los Gobiernos deben aplicar las leyes sobre derechos humanos, prohibir los crímenes y las discriminaciones contra las minorías y debe garantizar un acceso igualitario a los tribunales de justicia, a los responsables de derechos humanos y a los defensores del pueblo. 2. Luchar contra la intolerancia exige educación. La intolerancia nace a menudo de la ignorancia, del miedo a lo desconocido y de un sentido exagerado del valor de lo propio. Por eso, es necesario educar sobre el tema y enseñar la tolerancia y los derechos humanos a los niños. 3. Luchar contra la intolerancia requiere acceder a la información. La intolerancia es más peligrosa cuando se usa con fines políticos o territoriales. Se usan argumentos falaces, se manipulan los hechos y las estadísticas y se miente a la opinión pública. La mejor manera de combatirlo es promover leyes que protejan el derecho a la información y la libertad de prensa. 4. Luchar contra la intolerancia requiere una toma de conciencia individual. La intolerancia en la sociedad es la suma de las intolerancias individuales. Por eso, debemos examinar nuestro papel en el círculo vicioso que lleva a la desconfianza y violencia en la sociedad. 5. Luchar contra la intolerancia exige soluciones locales. Los problemas que nos afectan son cada vez más globales pero las soluciones pueden ser locales, casi individuales. Todos formamos parte de la solución. La no violencia puede ser una herramienta muy efectiva para confrontar un problema, crear un movimiento, o demostrar solidaridad con las víctimas de la intolerancia.
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