Por Hugo Falcón Páez
Debemos vigilar como centinelas nuestro medio ambiente.
Me permito esta introducción interesante. La Comisión Europea y la Organización de las Naciones Unidas difunden los beneficios que trae en la economía y el medio ambiente, el ser eficientes al usar la energía. Contaminar menos y ahorrar más, se interpreta en sumarle más tiempo a nuestro hábitat.
La crisis de cómo y dónde vivir, ha sido un clamor para pocos interesados en el tema. La implantación de la norma ISO-50001, permite a las organizaciones y entidades a mejorar la eficiencia energética de sus procesos de forma sistemática. Pero está quedando al margen por el gobierno. En México, las autoridades, dicho sea de paso, los senadores, legisladores, regidores y secretarías, no comprenden la magnitud de por qué se debe cuidar el consumo y racionalizar la energía. No lo entienden, porque no implementan lo básico, que es desde el sistema educativo, el cual comienza con la enseñanza y aprendizaje, por supuesto dada en el hogar y en las aulas. Pero también se deben establecer, implementar, mantener y mejorar los sistemas de gestión energéticas de cada lugar. Demostrar mediante la certificación la conformidad por un organismo externo. Las mejoras comerciales deben de reflejarse en un aumento de la competitividad, nuevos mercados, reducción de costos, optimización del uso de recursos, disminución de la intensidad energética (consumo energético/PIB), y una prevención de esos costos con herramientas para facilitar el cometido de la Comisión Federal de Electricidad y Petróleos Mexicanos, en la implantación de actuaciones provenientes de auditorías energéticas.
Hoy damos un paso mortal atrás en el país, ya que cautelosamente aguardan cumplir una meta en la producción de hidrocarburos. A pesar de la promesa Presidencial de oponerse a tal industria, Pemex aumentó la solicitud de recursos en el Presupuesto 2022 11 mil 657 millones de pesos para un proyecto de gas lutitas y aceite en Cretácico y Jurásico, un incremento de 389 por ciento en comparación con el del 2021. Quieren potencializar el uso del fracking de manera descomunal, ya que abarca las provincias de Sabinas-Burro-Picachos, Burgos, Tampico-Misantla, Veracruz y Chihuahua. Prospectan 60.2 miles de millones de barriles de petróleo crudo equivalente.
La fracturación hidráulica significa maniobrar con una tecnología, dicho sea de paso, letal. Que provoca sismicidad inducida, y traen casi 500 sustancias químicas, de las cuales 200 tienen elementos mutagénicos, cancerígenos y deletéreos. Así como bencenos, xilenos, cianuros. El subsuelo se convierte en un potente riesgo para los mexicanos, y claro, para todo ser viviente. Anteriormente lo trabajaron en Veracruz, Chiapas, Tabasco, Oaxaca, Campeche, Tamaulipas, San Luis Potosí, Puebla y Nuevo León. Usando el 27 por ciento del agua que es para el consumo de la población. Cabe anotar que en Estados Unidos ni siquiera han cuantificado las fugas de metano a la atmósfera, el cual tiene una capacidad como gas invernadero 25 veces superior al dióxido de carbono, lo que hace que aumente la temperatura global. Ya que los líquidos de fractura o “slickwater fracs”, traen consecuencias desastrosas, al no reutilizar siquiera los millones de litros de agua, en algunos casos, potable. Ese fluido inyectado retorna a la superficie y degrada las capas geológicas hasta el hábitat, el cual es objeto de un menoscabo irreparable y no renovable.
Subrayo. Es una técnica en la cual extraen el gas natural de yacimientos no convencionales, ese se encuentra acumulado en las fisuras, burbujas o poros muchas veces microscópicos de ciertas rocas sedimentarias estratificadas de grano fino o muy fino. Esta amalgama margosa o arcillosa, hace que la permeabilidad impida la migración de metano a grandes bolsas de hidrocarburos. Es ahí que se realizan pozos de áreas con una extensión aproximada de entre uno a tres kilómetros, con una profundidad de uno hasta cuatro kilómetros. En el cual inyectan a presión entre 10 mil y 30 mil metros cúbicos de agua para un solo pozo. Esta forma de fracturamiento hidráulico, es conocida por utilizar hasta 180 millones de litros de agua para fracturar un pozo horizontal, ya que muchos tienen que ser fracturados varias veces en el transcurso de sus vidas, aumentando el uso del agua. Ahí con una mezcla de químicos, en donde remueven con chorros de miles de kilos de arena y cerámica para mantener las fisuras abiertas, se hallan metales pesados como mercurio o plomo, hidrocarburos y formaciones naturales radiactivas, como radón, radio o uranio.
Esto conlleva a serios impactos ambientales, como envenenamiento de las aguas subterráneas y superficiales, contaminación atmosférica, emisión de gases de efecto invernadero, terremotos inducidos, corrupción acústica en altos decibeles, daños colaterales en la ecología y fauna local e impactos paisajísticos. Perjudicando la sostenibilidad de los recursos hídricos, tanto en países de clima templado, y esta operación es capaz también, de aumentar la presión del consumo de suministros en las zonas más áridas.
Andrés Manuel López Obrador dijo en repetidas veces que, en nuestro país, no se permitiría el fracking. Y el 20 de mayo de 2020 comentó que esa práctica estaba eliminada. Sin embargo, cabe citar, que otro proyecto considerado en el Presupuesto, es el denominado Aceite Terciario de Golfo o Chicontepec, y piden 3 mil 555 millones de pesos. Invito a que busquen el documental “La guerra del fracking”, de Pino Solanas, donde relata la realidad que está viviendo Argentina. El New York Times en 2011, con acceso a documentos y correos electrónicos, informó que la rentabilidad de la extracción mediante este método es mucho menor de lo inicialmente propuesto. Las compañías del sector han sobrevalorado intencionadamente los datos de productividad de esos “pozos asesinos” de la Tierra. Lectores e internautas, alcemos la mano desde cualquier nicho y paremos este acecho.
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