América Latina y el Caribe necesita “estrategias efectivas” para superar su rezago en la productividad laboral si quiere un futuro de crecimiento sostenible con más y mejores empleos, planteó un nuevo estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) presentado en esta capital.
En la región “existen amplias brechas de productividad dentro de sus países, entre sectores productivos, empresas y grupos de trabajadores”, destacó la directora regional interina de la OIT, Claudia Coenjaerts, en la presentación del informe.
Se agregan “fisuras externas que se han ido amplificando respecto de países más avanzados, en el marco de la aceleración de la transición digital y del cambio tecnológico”, expuso Coenjaerts.
La productividad laboral “ha decrecido persistentemente en términos comparativos con respecto al resto del mundo durante las últimas cuatro décadas”, afirmó por su parte el consultor de la OIT y autor del informe, Claudio Maggi.
El estudio destaca que “la gran mayoría de los países de América Latina y el Caribe, ya desde antes de la crisis sanitaria y económica derivada de la pandemia covid-19, evidenciaba un estancamiento tanto de la productividad laboral como de la productividad total de factores”.
La productividad total de factores considera elementos internos como capital humano, mercados, entorno institucional, estrategias y conductas empresariales o capacidades tecnológicas; y externos, como flujos comerciales y migratorios, inversión extranjera o el cambio climático.
El estudio mostró el rezago regional en productividad al compararla con otras partes del mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, el crecimiento de la productividad ha sido constante desde 1980 hasta 2020, y en Asia aún más, destacando el caso de China, donde el incremento ha sido cercano a 40 %.
En cambio en América Latina y el Caribe la productividad se ha movido en ese período en forma de montaña rusa, con alzas y bajas de hasta cuatro por ciento más y menos cada año sobre una línea de valor cero en 1980, y las alzas han coincidido, en general, con períodos de mejores precios para sus exportaciones de materias primas.
La productividad laboral también registra altibajos notables, en distintos períodos medidos en el estudio. Por ejemplo, en el lapso 2003-2008 pasó de tres por ciento en Argentina, Colombia, Panamá, Perú, Suriname y Uruguay. Pero entre 2013 y 2018 sus números descendieron e incluso en Argentina y Suriname fueron negativos.
En el lapso 2013-2018 los mayores aumentos de productividad laboral se registraron en República Dominicana, Bolivia, Panamá, Paraguay, Perú y Costa Rica, pero solo República Dominicana y Bolivia rozaron cuatro por ciento de incremento.
“Estamos frente al imperativo del aumento de la productividad en la región”, se insiste en el informe “Transición digital, cambio tecnológico y políticas de desarrollo productivo en ALC: desafíos y oportunidades”.
Coenjaerts abogó por “un renovado y profundo debate en la región donde se aborden los principales factores que impulsan el aumento de la productividad, la transición digital y las repercusiones de estos procesos en el trabajo decente, la creación de empleo, las mejoras distributivas y el desarrollo de empresas sostenibles”.
Recordó que según la experiencia de la OIT en la mejora de la productividad confluyen elementos externos, como la estabilidad macroeconómica, un entorno empresarial propicio, la estructura del sector o mercados externos, pero también otros internos, directamente imbricados en el trabajo.
Entre ellos mencionó la mejora de la cooperación en el lugar de labor, la representación efectiva de los trabajadores, la gestión de la calidad, la producción no contaminante, la gestión de los recursos humanos, la formación profesional, y la seguridad y salud en el trabajo.
Al mismo tiempo, “la agenda de la región en lo que hace a la transformación digital y productividad necesita políticas públicas que ayuden a remover los obstáculos que aparecen en el camino de dicha transformación y que asegure que esta transición propicie la creación de más y mejores empleos”, concluyó Coenjaerts.
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