El cambio climático multiplica amenazas a las mujeres y niñas



El cambio climático y la degradación ambiental aumentan el riesgo y la incidencia de la violencia contra las mujeres y las niñas, planteó este miércoles ante la Asamblea General de las Naciones Unidas la relatora especial de la organización sobre la materia, Reem Alsalem.

Según la experta “el cambio climático es el multiplicador de amenazas más importante para las mujeres y las niñas, con impactos de gran alcance en formas nuevas y en las ya existentes de desigualdades de género”.

“Cuando los desastres golpean, las comunidades pueden recurrir a acciones de supervivencia negativas, como la trata, la explotación, el matrimonio infantil o el abandono escolar”, agregó Alsalem en el informe que presentó ante el foro mundial.

Su informe expuso que las formas dañinas en que la violencia contra las mujeres y las niñas se entreteje con los fenómenos sociopolíticos y económicos, incluidos los conflictos armados, el desplazamiento y la escasez de recursos.

Cuando alguno de esos fenómenos se combina con el cambio climático, el resultado es la exacerbación de la vulnerabilidad de esos grupos poblacionales, sostuvo Alsalem, de nacionalidad jordana y relatora especial de la ONU sobre la violencia contra las mujeres y las niñas, sus causas y consecuencias.

Con la combinación se registra no solo una crisis ecológica, sino una crisis de justicia de género, expuso la relatora, quien hace parte de los procedimientos especiales del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

El documento recuerda que la violencia contra las mujeres y las niñas es una forma generalizada de discriminación de género que afecta a un tercio de las mujeres en el transcurso de su vida, impidiéndoles disfrutar de sus derechos y libertades en igualdad de condiciones con los hombres.

Alsalem argumentó que el impacto del cambio climático acentúa todos los tipos de violencia contra las mujeres y las niñas: desde la física y psicológica hasta la económica, además de que limita la disponibilidad y eficacia de los mecanismos de protección y debilita la capacidad de prevenir los abusos contra ellas.

Pese a la gravedad de la situación, y a una conciencia creciente sobre el impacto de la crisis climática en las mujeres y las niñas, esto no se ha reflejado lo suficiente en las políticas mundiales, regionales y nacionales, lamentó la experta.

El informe indica que aunque los parámetros de los estudios difieren, se ha detectado un aumento de la violencia tras los desastres, incluida la violencia sexual contra las mujeres, en contextos tan variados como el huracán Katrina en 2005 en Nueva Orleans, Estados Unidos, y el terremoto de Haití en 2010.

La probabilidad de sufrir violencia se multiplica cuando las mujeres y las niñas están desplazadas o en refugios de emergencia, donde la contingencia restringe su capacidad de acceder a los mecanismos de denuncia y protección.

“El acceso limitado a refugios seguros ha disuadido a las mujeres y niñas de evacuar zonas de riesgo y ha tenido como resultado fallecimientos diferenciables por razón de género”, apuntó Alsalem.

Por otra parte, la pérdida de medios de subsistencia y la escasez de recursos resultantes de los desastres naturales, o la degradación ambiental, empujan a las mujeres y las niñas a la explotación sexual a cambio de alimentos y recursos naturales, como el agua o el combustible de las zonas comunes.

Además, la escasez de agua provocada por las sequías obliga a las mujeres y las niñas a recorrer distancias más largas en zonas desconocidas o sin las garantías habitualmente disponibles, como viajar en grupo o durante el día.

En varios países las mujeres se ven sometidas a peticiones de favores sexuales y amenazas de violencia sexual y violaciones en los puntos de recolección de agua. Hay numerosos relatos de mujeres y niñas que han sido atacadas, violadas o maltratadas psicológicamente mientras buscaban leña o agua.

La relatora indicó que están en particular riesgo las defensoras de los derechos humanos y ambientales, las indígenas, las mujeres de diversas identidades de género y orientaciones sexuales, las mayores, las mujeres con discapacidad, y que están en la pobreza y las desplazadas por la fuerza.

“A pesar del daño irreparable y significativo al bienestar de las mujeres y las niñas, se necesitan más esfuerzos y recursos para comprender el nexo entre el cambio climático y la violencia contra las mujeres y las niñas”, subrayó Alsalem.

Instó a la comunidad internacional a redoblar su compromiso con la igualdad de género y anclar en los derechos humanos la respuesta al cambio climático y la mitigación del riesgo de desastres.

“El bienestar y los derechos de las mujeres y las niñas no deben quedar en segundo plano, deben colocarse en el centro de las políticas y las respuestas”, concluyó.


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