En cada ponencia, charla o taller que imparto en recintos educativos, ateneos y centros académicos, el preámbulo siempre es indicarles que el primer promotor moderno y divulgador de la naturaleza fue Jacques-Yves Cousteau.
A 113 años del natalicio de un grande de los océanos. Porque él se definía como un "técnico oceanográfico". Pero en realidad fue un sofisticado director, amante del ecosistema y apasionado por enseñar el mundo. Su trabajo le permitió a mucha gente explorar los recursos del Continente Azul. Su labor también creó una nueva forma de comunicación científica, criticada en su momento por algunos.
Este hombre para mí fue el primer periodista ambiental, comunicólogo verde, pero en esa época a la materia se le llamaba "divulgacionismo", una forma simple de compartir conceptos científicos con las masas de espectadores o lectores que fue luego empleando otras disciplinas, pues una de las características más importantes en su inventiva, fue diseñar y realizar programas y documentales para la televisión moderna y la industria del cine. Ahí en ese momento, fue cuando la educación ambiental se detonó como formal o no formal.
El francés fue un oficial naval, explorador, investigador, biólogo marino y un apasionado de los tópicos que enfocó en la niñez y la juventud para que conocieran y aprendieran de las esferas ambientales en las que vivimos.
Desarrolló el Aqua-Lu junto con Émile Gagnan, fue pionero en la conservación marina, y miembro de la Academia Francesa.
Gracias Costeau, porque en el presente el periodismo ambiental es una especialización que se ejerce con pasión e inteligencia, para conformar en un futuro inmediato a un pedagogo de los medios.
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